Un paseo por el Jurásico
Puerto Deseado es la ciudad y puerto pesquero que se encuentra ubicada en la provincia de Santa Cruz, Argentina, sobre la orilla norte de la ría Deseado. La ciudad se encuentra a 221 km de Caleta Olivia. Cañadones de Puerto Deseado es un entorno natural de particular y agreste belleza por obra del agua y el viento de otros tiempos.
Visitar los cañadones de Puerto Deseado es una opción única para explorar el pasado geológico con opciones que fomentan actividades recreativo-turísticas al aire libre, en contacto con la naturaleza en su expresión más pura.
Puerto Deseado está asentado sobre afloramientos volcánicos del jurásico, formando parte de un apasionante segmento de la historia geológica de la Patagonia. 160 millones de años atrás, en la época en que los dinosaurios ocupaban la tierra, cuando la comarca se inquieta y estremece en forma violenta dando origen a brutales erupciones volcánicas que, con su secuela de lava y cenizas, van dando forma, poco a poco, al paisaje actual.
El resultado de esta actividad volcánica son las rocas que modelan cañadones, dibujan las costas de la ría, afloran en las islas, asombran desde la Piedra Toba e irrumpen desde las calles y casas para regalarnos un paisaje urbano que es único en la geografía costera patagónica. Estas rocas del jurásico también han sido utilizadas por las manos del hombre para crear una arquitectura muy particular en la primera parte del siglo XX.
Una oportunidad todo el año
Dentro de la Reserva Natural Ría Deseado, el entorno favorece el desarrollo de todos los sentidos. Ante la inmensidad dominada por la estepa, árida y ventosa, se encuentran los zigzagueantes cañadones que se yerguen como protectores de una particular biodiversidad poseedora de una amplia variedad de especies de flora y fauna. Se trata de una posibilidad única de recorrer un sinfín de “pasillos” rocosos que exponen los caprichos que la Madre Naturaleza ha dejado en ellos, forjando su irregular fisonomía; cuevas, lagunas con comunidades de flamencos o cisnes y la presencia de uno de los pocos estuarios en el país, donde la entrada del océano Atlántico en el antiguo curso del río favorece el desarrollo de múltiples actividades náuticas según el comportamiento de las mareas. Todo ello es una invitación permanente a la sorpresa: caminar por los cañadones y encontrar un zorrillo, realizar kayak en el agua color verde esmeralda contemplando el ocaso, hallar ejemplares de aves típicas de la región; todo en armonía con un entorno natural que se mantiene ajeno a la intervención del hombre, donde el silencio se apodera del ambiente, favoreciendo una conexión absoluta con el medio. Navegar la Ría no es menos apasionante. Entre los múltiples cañadones es posible acceder a diversas calas, caletas e islotes. La cambiante marea hace de la costa un escenario particular a cada momento y existe la posibilidad de realizar excursiones náuticas nocturnas.
El acceso a los cañadones se da por trillas vehiculares que permiten ingresar durante todo el año. Allí, las posibilidades son infinitas: es posible realizar escaladas en piedra, cicloturismo, trekking o senderismo, donde entre las idas y vueltas del irregular entorno es posible percibir las notas propias del contraste entre la estepa, la vegetación de los cañadones, producto de la humedad que en ellos se presenta, y el mar.
Para las familias, las cuevas y recovecos rocosos propician espacios para picnics, es posible visitar la Gruta de Lourdes o aprovechar las instalaciones del Camping Municipal, hacer paseos dedicados a la observación de aves o descubrir entre túneles y cuevas las curiosas formas en las piedras.
Los cañadones: de elemento natural a rasgo cultural
La piedra que conforma los cañadones es extremadamente dura. Se trata de rocas silíceas, conformadas por restos sedimentarios y son el resultado de un proceso que se inició hace 160 millones de años en el periodo jurásico. La actividad volcánica y glaciaciones provocaron las hendiduras por las que la acción del hielo y posteriormente los vientos le confirieron su particular forma. Pese a ello, en Puerto Deseado, a través de canteras, se realizó la extracción de esta piedra que fue empleada en la construcción de los edificios de mayor relevancia: La estación del ferrocarril, el Banco Nación, el actual museo del hospital e incluso algunas lápidas en el cementerio.
La piedra deja de ser un elemento propio del ambiente para constituirse en un rasgo de la identidad deseadense. La llegada de croatas, íntimamente relacionado con el desarrollo ferroviario, dio lugar a esta expresión: edificios que, aunque simples en sus líneas y despojados de una exuberante ornamentación, siguen recreando la soberbia de su tiempo como notas tangibles de la construcción y desarrollo de Puerto Deseado.
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